jueves, 15 de abril de 2010

Pedaleando por Sudamérica… con toda el ALMA !


Hace dos meses, en el transcurso de una caminata por La Romera en Sabaneta tuve la oportunidad de conocer a Carlos Eduardo Carvajal y su épico proyecto llamado “Pedaleando Alma”.

Y es que la tarea que se propuso Carlos, realmente requiere de una gran alma: recorrer todos y cada uno de los países de Sudamérica en Bicicleta…no por la autopista Panamericana o por los caminos frecuentados por los automóviles, no: la idea es llevar su caballito metálico a rodar por las trochas y senderos de nuestros países hermanos en un esfuerzo que le tomará dos años.

Carlos inició este camino a lomos de su bicicleta hace unos cinco años cuando como cualquier neófito, sacó su bicicleta a la ciclovía y terminó dándose cuenta que su estado físico era terrible. Pero sin amilanarse y al contrario, muy motivado, comenzó la labor de la hormiguita, llevando su carga cada día un poco mas allá, atreviéndose a dar un pedalazo mas. Así, poco a poco, el hormiguero fue construyéndose. Primero fueron las bicicletiadas cercanas como el ascenso a la Catedral, luego las vueltas a trochar por el suroeste y otras rutas aledañas, hasta que de tanto pedalazo en Antioquia, Carlos se  arriesga a hacer la vuelta a Colombia. Es ahí ya donde se produce el salto cuantitativo y se da cuenta que todo es posible y que es solo en nuestra mente en donde están las barreras y limitaciones.

Y bueno, no puede ser para menos, esta hazaña de Carlos es realmente osada y como buen hijo del viento, sus proezas y aventuras no pueden quedar solo en el recuerdo: gracias a la tecnología y a los patrocinadores del proyecto, desde el sitio http://www.pedaleandoalma.org/  podremos seguir todos y cada uno de las regiones, sitios y lugares asi como cada giro y las innumerables experiencias que sin duda alguna, colmarán su camino.

Este sábado 17 de Abril, Carlos dará inicio a su periplo por nuestro continente a las 8:00 AM junto con un grupo de gomosos, entusiastas y seguidores que como gaviotas, acompañarán la zarpada de este marinero de los mares terráqueos, hasta que en algún punto habrán de decirle “Adios”, “Hasta pronto”, “Bon voyage amigo !”.

Con él no solo irán los implementos y el equipaje necesario para su travesía, sino además un mensaje ecológico: una alerta y un llamado a no esperar más, es hora que cada uno de nosotros demos un gran aporte por la salvación de nuestro planeta. No nos queda mas opción. Y en ese sentido, la imagen de la bicicleta es lo que mas me cautiva: es segura, es flexible, es eficaz, es mística, es amigable, es económica, es silenciosa, limpia, no contamina, es fácil de mantener, es respetuosa... en definitivas, es ecológica.

Para el resto de nosotros, solo nos queda acompañarlo de corazón y con el Alma, esperando que en 24 meses luego de casi un año de haberle dado la espalda al cabo de hornos, lo veamos recorrer los ultimos metros que lo separan de su casa, surgiendo como un ser completamente nuevo, como alguien que ha roto las barreras de su propias limitaciones y nos reta a seguir su ejemplo.

domingo, 11 de abril de 2010

Cronica del Camino de Juntas o Palagua

Aprovechando una estadía en Guatapé, decidí conocer un poco mas sobre el camino de Islitas o de Palagua, el cual durante la época de la colonia fue uno de los secretos mejor guardados de los indígenas de la región (Tahamies), hasta que la presión y el acoso de los colonos hicieron que en 1778 revelaran dicho sendero el cual partía desde lo que se conocía como la Ceja de Guatapé, ascendia hasta el páramo y luego empezaba a descender lentamente hasta el rio Samaná hasta llegar a Nare a un punto conocido como Cienaga de Palagua.

A continuación transcribo un fragmento al respecto encontrado en el libro “Gobernantes de Antioquia” editado en el 2007 por la Academia Antioqueña de Historia en conjunto con la Asociación de Exgobernadores y Exdiputados de Antioquia con apoyo de la Gobernación de Antioquia:

“En 1778, el gobernador Buelta Lorenzana, en su afán de buscar un camino mejor y más corto para salir al Magdalena que no tuviera tantos peligros y riesgos como el de Nare, pidió estudios, costos, cálculo de la obra, verificación de las bodegas, utilidades del movimiento comercial, etc.


De este estudio se encargaron don Andrés Pardo y don Pedro Aldana, en cuanto a la justificación del gasto. En esto de apertura de caminos hay que tener en cuenta las limitaciones de la época y los continuos peligros a que se exponía el pueblo jornalero para realizar esta hazaña de romper montañas, derribar montes en medio de animales peligrosos como tigres y serpientes y abrir trochas.

Gracias a su esfuerzo, la provincia salió del estancamiento en que se encontraba porque las montañas eran una barrera difícil de superar. En ese tiempo no se conocían medios mecánicos, todo lo era el esfuerzo humano; no se tenían equipos topográficos, ni motoniveladoras, ni máquinas cargadoras, ni aplanadoras, ni buldózeres. Esta ha sido una de las grandes proezas del pueblo antioqueño, del indígena o campesino; la mayoría eran peones rasos que vivían en los montes.

Pedro Biturro Pérez, el capitán a guerra que jugó un papel tan ingrato y definitivo en la revolución comunera, tuvo también su desempeño, esta vez más afortunado en la apertura de los caminos. Recorrió personalmente varias veces las vías e hizo señalización y dio informes sobre esta nueva opción era realizar un comercio en mejores condiciones y que favoreciera las entradas reales lógicamente.

Decía que sería un camino más ligero de Rionegro a Honda, que desangustía el corazón de tanto tropel de inconvenientes que se han visto en el camino de Herveo y en el de Nare. Se parte de Honda sobre el Magdalena, al Brazuelo del Tigre, hay 29 leguas y aguas abajo se navega de sur a norte con poca diferencia en 10 o 12 horas de tiempo. Se desembarca en el Brazuelo del Tigre con mulas que se conducen en balsas, se toma el camino y en 3 o 4 horas se pasan quebradas sin riesgos hasta llegar al río Samaná. Se duerme en este sitio en donde desemboca el Samaná en el Nare que se llama Juntas; allí se hicieron unas bodegas cómodas y seguras.

Al tercer día se suben unas cuestas livianas sin canalones hasta llegar a la quebrada de las Canoas, en donde se hace descanso en un tambo o posada. El cuarto día se baja otra cuesta, se llega al Peñón pelado (posiblemente la piedra del Peñol) y se baja al río Guatapé en una hora de bajada.
El río Guatapé se pasa en balsa y las mulas nadando; luego se encuentra el río Arenal y se pasa este río sin peligro, en dos horas. Al día siguiente se alcanza la Ceja de Guatapé. El séptimo día se llega a Marinilla y en la tarde se encuentra con el Rionegro y el Valle de San Nicolás de este mismo nombre. Son siete días. Los arrieros cobran un flete de ocho pesos.

Por este camino hay dos puentes de a caballo, uno sobre el Rionegro y otro en la quebrada Marinilla. Hay que mantener bien el camino, retirar los despojos y descepar raíces. No hay montes malignos; el único peligro que existe es la navegación por el Nare al llegar al Magdalena, porque allí el río es de aguas tirantes.

El mercader don Carlos Barsenilla, bajo la gravedad del juramento, dijo que los planos estaban ajustados a la realidad tanto en el método.”

 Tomado del libro GOBERNANTES DE ANTIOQUIA.